lunes, 27 de diciembre de 2010

Marquesado de Mulhacén.






Los archivos del Ministerio de Justicia conservan un voluminoso expediente identificado como Marqués de Mulhacén, cuyo primer documento1 es un oficio del Ministro, José Canalejas y Méndez, dirigido a la Reina regente Maria Cristina, con el ruego de que firmase un Real Decreto concediendo el citado título a Don Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero. La Reina no tardó en firmar el texto correspondiente
Desando dar una señalada prueba de Mi Real Aprecio al Mariscal de Campo D. Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero por los relevantes méritos centrados en su larga carrera organizando y dirigiendo con singular acierto el Instituto Geográfico y Estadístico, enalteciendo a la Nación ante las demás de Europa y América, por haber merecido de sus Delegados oficiales ocupar, en elecciones sucesivas desde hace quince años la Presidencia de la Asociación Geodésica Internacional y la de la Comisión de pesas y medidas; vistas las elevadas calificaciones que de sus trabajos han hecho Corporaciones científicas y los Jurados de varios certámenes internacionales; a propuesta del Ministerio de Fomento y de acuerdo con el Consejo de Ministro (sic), en nombre de Mi Augusto Hijo el Rey Don Alfonso y como Reina Regente del Reino, Vengo en hacerle merced de Título del Reino, con la denominación de Marqués de Mulhacén, para sí, sus hijos y sucesores legítimos. Dado en Palacio a siete de Febrero de mil ochocientos ochenta y nueve.
En los meses siguientes se prepara el Real Despacho, para dar cuenta al interesado del acuerdo anterior, firmándolo la Reina regente el once de junio del mismo año. El documento consta de catorce páginas, presididas por el escudo del marquesado, en las que se da cuenta de los méritos principales del personaje. Todas ellas están escritas con una caligrafía verdaderamente excepcional2 y con un colorido digno de todo elogio. El interés innegable del documento obliga a que se transcriba íntegramente su contenido
Real Despacho del Titulo de Marqués de Mulhacén, expedido a favor de Don Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero. Don Alfonso XIII por la gracia de Dios y la Constitución Rey de España y en su nombre y durante su menor edad la Reina regente del Reino. A Vos Don Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero, Mariscal de Campo, Caballero Gran Cruz de la Real y distinguida Orden de Carlos tercero, de la Real y Militar de San Hermenegildo, de la Real de Isabel la Católica, de la Civil de Maria Victoria y de las extranjeras de la Corona de Italia, de la Corona de Rumanía, de la Concepción de Villaviciosa de Portugal, Gran Oficial de la Legión de Honor de Francia, Comendador de la de Carlos tercero y de número de la de Isabel la Católica, condecorado con la de segunda clase de la Corona de Prusia y con la tercera clase del Medjidié de Turquía, Caballero Cruz y Placa de San Hermenegildo, de segunda clase del Mérito Militar con distintivo blanco, y de la de San Fernando de primera clase. Jefe superior de Administración civil, Director general del Instituto Geográfico y Estadístico, Vicepresidente de la Real Academia de Ciencias exactas físicas y naturales y Presidente de la Sección de exactas, Presidente de la Asociación geodésica internacional de los gobiernos para la medición de la Tierra, Presidente de la Comisión internacional de pesas y medidas de Europa, Asia y América, Presidente de la Comisión permanente de pesas y medidas de España, Individuo de la Real Academia de Ciencias naturales y Artes de Barcelona, Individuo honorario de la Real Academia de Ciencias de Berlín, Asociado de la Real Academia de Bélgica, Individuo corresponsal de la Academia de Ciencias del Instituto de Francia e Individuo honorario de la Academia Nacional de Ciencias de la República Argentina. Ya sabéis que deseando daros una señalada prueba de Mi Real aprecio por los relevantes méritos contraídos en vuestra larga carrera organizando y dirigiendo con singular acierto el Instituto geográfico y Estadístico, enalteciendo a la Nación ante las demás de Europa y América por haber merecido de sus Delegados oficiales ocupar en elecciones sucesivas desde hace quince años la Presidencia de la Asociación geodésica internacional y la de la Comisión de pesas y medidas, vistas las elevadas calificaciones que de vuestros trabajos han hecho Corporaciones científicas y los Jurados de varios certámenes internacionales, a propuesta del Ministro de Fomento y de acuerdo con el Consejo de Ministros por Mi Real decreto de siete de febrero del corriente año tuve a bien haceros merced de Titulo del Reino con la denominación de Marqués de Mulhacén para vos, vuestros hijos y sucesores legítimos. Por tanto, mediante que tenéis satisfechas diez mil seiscientas cuarenta pesetas por el impuesto especial establecido según resulta de certificación librada por la Dirección general de Contribuciones, con fecha veintiocho del citado mes de febrero, he resuelto expedir el presente Real Despacho, por el cual es mi voluntad que vos el referido Don Carlos Ibáñez e Ibáñez de Ibero vuestros hijos y sucesores legítimos varones y hembras por el orden de sucesión regular cada uno en su respectivo tiempo y lugar perpetuamente podáis usar y uséis el mencionado Título de Marqués de Mulhacén y que desde ahora en adelante con él os podáis llamar y titular. En su consecuencia, encargo a mi muy cara y amada hija la Princesa de Asturias, y mando a los Infantes, Prelados, Grandes y Títulos del Reino, Comendadores de las Ordenes Militares, Generales y Jefes del Ejército y Armada, Presidentes y Magistrados del Tribunal Supremo y de las Audiencias, Gobernadores de las Provincias, Jueces, Alcaldes, Ayuntamientos y demás Autoridades, Corporaciones y personas particulares a quienes corresponda, que os reciban y tengan por tal Marqués de Mulhacén como yo desde ahora os nombro y titulo, os guarden y hagan guardar todas las honras, preeminencias y prerrogativas que gozan y deben disfrutar los demás Títulos del reino así por derecho y leyes del mismo como por usos y costumbres, tan cumplidamente que no os falte cosa alguna, sin que para la perpetuidad de esta gracia, sea necesaria otro mandato, cédula ni licencia, pero con declaración de que cada uno de vuestros sucesores en la referida Dignidad para hacer uso de ella, queda obligado a obtener previamente carta de sucesión dentro del término señalado y en la forma establecida o que se estableciere. Y de este Real Despacho se ha de tomar razón en la oficina de Hacienda correspondiente, la cual expresará haberse satisfecho los derechos que se adeudan por su expedición, sin cuya formalidad será de ningún valor ni efecto. Dado en Aranjuez a once de junio de mil ochocientos ochenta y nueve. 

Aunque hayan quedado meridianamente claros los méritos que concurrían en el primer Marqués de Mulhacén, no conviene olvidar sus principales aportaciones en el campo de la geodesia. A él se debió el proyecto de una nueva regla de medir bases que sirvió de modelo en su tiempo y que permitió mejorar la operatividad de otra más exacta, la regla de la Comisión empleada en Madridejos, también debida a él y a su buen amigo Frutos Saavedra. Con el llamado aparato de Ibáñez, la primera regla citada, se midieron diversas bases periféricas de la Red Geodésica de España, incluyendo las de la triangulación local de las Islas Baleares. El definitivo enlace de tales islas con el litoral peninsular fue otra de sus aportaciones más relevantes, un trabajo que inició al ser nombrado Jefe del Distrito geodésico y catastral de Levante. Los trabajos geodésicos de Baleares fueron pospuestos durante varios años a favor de otro enlace todavía más ambicioso, el de Europa con Africa realizado en el año 1879. En esta ocasión el protagonismo de Ibáñez se limitó a trazar las líneas maestras de ese enlace geodésico y astronómico, en colaboración con el geodesta francés Perrier. Los resultados de esta última operación fueron tan del agrado del general que eligió el nombre de uno de los vértices del cuadrilátero de enlace para la denominación de su marquesado.

El título de Marqués de Mulhacén fue muy del agrado del general, aunque ocasionalmente lo simplificara al firmar solamente con el nombre cristiano del penúltimo rey de Granada. Sin embargo poco le iban a durar las alegrías ya que pronto empiezan sus desavenencias con el gobierno presidido por Mateo Sagasta, y más concretamente con su Ministro de Fomento Alvarez de Toledo. En efecto el 22 de octubre de 1889, cuatro meses después de ser nombrado marqués, se publica un Real Decreto reorganizando el Instituto Geográfico y Estadístico, dándole además el mismo carácter que tenían el resto de las Direcciones Generales. Se perdió así la personalidad científica de la Institución y la necesaria autonomía para lograr resultados eficaces independientes de las trabas administrativas.

Esa decisión política hizo mella en el estado de ánimo de Ibáñez, hasta el punto de optar por presentar su dimisión y pedir una excedencia de un año para autoexiliarse en Francia. El día 25 de octubre se le concedió el correspondiente permiso, si bien nunca llegó a aceptarse su petición de cese como Director General del Instituto Geográfico y Estadístico. Tras una breve estancia en París, el día 5 de diciembre abandonó la capital para afincarse en Niza, adonde llega con su esposa e hijos al día siguiente. Allí fue acogido por su amigo Henri Perrotin, primer Director del Observatorio de la Costa Azul. Las instalaciones de aquel observatorio fueron la sede en que desarrolló Ibáñez sus últimos estudios e investigaciones. El propio Marqués de Mulhacén se encargó de relatar, en una carta (21.12.1889) a Aimé Laussedat, que llegó a su último destino en un estado lamentable y apesadumbrado por no haber recibido el reconocimiento que esperaba; su salud no llegó a restablecerse del todo pues el día 28 de enero de 1891 se produce su fallecimiento.